‘Feliz Navidad’. Eso decía el primer SMS, que Neil Papworth envió al móvil de Richard Jarvis desde su ordenador personal. Muy oportuno (aunque un poco adelantado) ya que era el 3 de diciembre de 1992. Lejos de estar muerto, las empresas utilizan hoy el sms marketing como apoyo a otras estrategias y aprovechan la posibilidad conectarse a internet a través del móvil. Por su parte, los clientes ven con buenos ojos la comunicación a través de sms masivos, mucho menos invasivos que el email y con una gran respuesta.
El Short Message System ni siquiera se inventó para que los usuarios se comunicaran entre ellos, sino para que las compañías telefónicas pudieran avisar a sus clientes cuando habían recibido una llamada perdida o un mensaje de voz. Matti Makkonen tuvo en 1985 la idea de utilizar los móviles para algo más que llamar, y un año más tarde se estableció el límite de 160 caracteres, porque esa era la longitud media de las postales de la época. El SMS no gozó de la simpatía de las operadoras telefónicas, que hasta 1999 no empezaron a incluirlo en sus ofertas, ni de los servicios de mensajería instantánea, que lo dejaron tocado, aunque aún es la vía elegida para 193.000 comunicaciones cada día.
El filón está ahora en el ámbito comercial al permitir llegar a los clientes sin necesidad de que estos pisen siquiera la tienda. Es un sistema que cuenta con el beneplácito de los consumidores y que son recibidos (y leídos) en unos tres minutos. En una industria que reportó ochenta mil millones de dólares en 2006, las empresas utilizan los SMS para recordar citas, enviar promociones exclusivas o eventos.